jueves, 5 de enero de 2012

Somos peores los padres que los hijos

El martes día 3 estuve en Mercaplana. Hacía muchos años que no me pasaba por allí. Y, en realidad no iba a ir, pero mientras esperábamos Diego y yo por Elena y su madre, no se me ocurrió mejor (peor) idea que pasearlo por delante del recinto ferial. Tenía la posibilidad de dar vueltas al Molinón y comenzar el lavado de su tierno cerebro con frases del tipo "Mira hijo, aquí te voy a traer yo a ver al Sporting, y al Madrid, y al...", pero claro, tal y como están las cosas igual el Madrid tarda otra década en pasarse por aquí.

Pero no, yo tuve que dar el paseo por delante de la feria para que él, pobrecito, comenzase a ver luces, niños, globos... Así que apuntó con ese índice que todo lo señala al estilo estatua de Colón y me vino a decir aslgo así como "Papá, vamos ahí dentro ahora mismo o te monto un escándalo del doce". Y hala, pa'dentro. Yo que soy muy, pero que muy anti-barullos voy, y me meto de pleno en Mercaplana. ¿Qué más se puede pedir para empezar el año?





El caso es que me da por fijarme nada más entrar en un cartel que, sin exagerar, mediría unos dos metros y medio de alto y otro tanto de ancho. Como para no verlo, vamos. El "cartelito" decía "PROHIBIDO FUMAR EN TODO EL RECIENTO FERIAL". Cualquiera con dos dedos de frente y que haya visto un par de telediarios sabe que al estar en una zona lúdica infantil, todo el recinto considerado como tal es terreno vedado para los fumadores. Pues bien, apoyados en las barras que soportaban el cartel, dos personas fumando y hablando de lo bien que lo habían pasado en Nochevieja.

Vamos, que si no sólo me salto la norma, sino que me la salto delante del cartel que la anuncia. Con un par. No me puse a hacer la foto porque era poco discreto y uno de los dos fumadores tenía pinta de ser perfectamente capaz de tomarla con el humilde paparazzi.





Poco después de entrar conseguí ponerme en contacto con Aida y saber dónde estaban. Para ese momento ya había comprobado que más de medio Gijón y parte del extranjero estaba metido allí. ¡Qué cantidad más indecente de gente!

De camino al pabellón en el que se encontraban mi mujer y mi hija con unas amigas compruebo que las campañas que constantemente nos bombardean en los colegios de promoción de comidas saludables en Mercaplana se la pasan por el forro. Puestos de perritos, patatas fritas, palomitas, patatitas... y ni un pincho o bocadillo de algo saludable; nada de pan normal, todo industrial. Bien por la organización de Mercaplana. Ayudando a que España se consolide como el primer país mundial en número de niños obesos.




Y cuando no cabía ya en mi de "gozo" al ver semejantes atrocidades, el remate final. O, mejor dicho, los dos remates finales. 

Queremos, los padres, que nuestros hijos sean educados, que respeten a los demás, que sepan compartir, esperar su turno... y somos nosotros los primeros en darles el ejemplo contrario. 

ESCENA 1: Actividad o juego en el que un niño debe lanzar una especie de penalty sobre una miniportería en la que otro niño hace de portero. Una cola para tirar en la que hay no menos de veinte niños esperando ansiosos su turno. En esto llega una señora con su nieto a la parte delantera de la cola; ve el percal y le dice: "Hala, pasa tú ahora, delante de todos estos, que no podemos esperar tanta cola para que tires". Estupendo. Y se queda tan ancha. 

ESCENA 2: En el mismo pabellón que la anterior, una actividad en la que se simulaba un huerto y los niños aprendían (?) a plantar y recolectar. Dado que las monitoras estaban de palique, la tierra volaba, las plantas eran arrancadas... Lo típico, vamos. Hasta ahí todo según el guión previsto. La cola de esta actividad en ese momento ocupaba la extensión de tres de los cuatro lados del cercado del huerto en el que se desarrollaba. Llega el típico listo, coge a su hija en brazos y la pasa dentro sin hacer cola de ningún tipo. Luego le hace una foto con el iPad y le dice que la espera tomando algo en la terraza.

Muy triste. Lamentable. Vergonzoso. Indignante.





Yo sólo pensaba que luego estos padres, abuelos, tíos... son los típicos que te llegan alguna vez al colegio y te echan en cara cosas relativas a tu trabajo. Sobre todo me los imagino yendo a protestar porque le has llamado la atención a su hijito, lo has echado de clase o castigado de alguna manera.

Y la cuestión es que yo entiendo a esos padres, porque, si ellos no tienen ni idea de lo que es educación, ¿cómo van a querer o valorar que alguien se la quiera inculcar a sus hijos?


2 comentarios:

  1. Tienes más razón que un santo, y vete preparándote para la cabalgata de hoy que seguro que te encuentras con algún/a padre/madre, abuelo/a, tío/a que habrá estado demasiado ocupado/a para ir a coger sitio, pero que cuando estén pasando los reyes empujará y empujará hasta que el niño/a (que no tiene culpa de nada) se mangue en 1ª fila por delante incluso de los que llevan media hora como mínimo pasando frío, consiguiendo asi que los reyes, a parte de ilusión, magia, regalos... le traigan la bonita lección que le ha dado el adulto a su cargo de que "el fin justifica los medios" y que tod@s esos niñ@s que llevan más tiempo de pie y tienen más frío que él son bob@s y valen menos que él.

    Ni más ni menos que el reflejo de este pais nuestro, en el que destacan y prosperan los que se pasan las normas y el respeto por el forro.

    Difícil, muy difícil educar bien a un hij@ en estos tiempos.

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  2. Qué razón tienes, Jaime..lo de los fumadores y la comida basura me ha llegado al alma...ahí si que me metía yo, pero con escavadora, ¡fíjate lo que te digo!..y el resto..en fin..el pan nuestro de cada día..
    (La amiga rubia que acompañaba a tu mujer)

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