
Como era de esperar, los sindicatos que han promovido esta huelga, hinchan el dato hasta el 83%, más del doble de las cifras oficiales. A mi, sinceramente, las cuentas no me salen como a los sindicatos, porque si, según aparecía en los periódicos de hoy, unos 150.000 alumnos y más de 15.000 profesores estaban convocados hoy a la huelga y, de acuerdo a las cifras que ofrece a esta hora la web de La Nueva España han acudido unas cinco mil personas incluyendo, imagino, los sindicalistas (y sindicalistos), profesores, alumnos, familiares de ambos, gente que pasaba por allí y todos los profesionales de las manifestaciones, que no son pocos, y que se apuntan lo mismo a la movilización de cada día, la acampada de indignados y perrofalutas que toque o al botellón-protesta que se les indique.

Pero lo que más me llama la atención de estas protestas son los siempre ingeniosos lemas que acompañan a los manifestantes en sus elaboradísimas pancartas. Quizá demasiado elaboradas para tener un horario tan apretado, me digo. Pobrecitos trabajadores de la enseñanza pública, ¿de dónde sacarán el tiempo para hacer sus pancartas ahora que les quieren ampliar la jornada de trabajo? Ah no, que simplemente les van a hacer cumplir con la jornada que ya tenían. Es decir, que les aplicarán el máximo del rango que tienen de jornada educativa, en el que tenían el mínimo. Pasar de 18 a 20 horas semanales de clase significa que tendrán que impartir casi 25 minutos más al día, lo que supondrá que cumplan con la Ley igual que hacían hasta ahora.

Vaya, he nombrado a la bicha, a la enseñanza concertada, ese terrible enemigo que, según los extremistas trabajadores de la pública hay que eliminar porque no hay derecho a que se mantenga con vida y con fondos públicos, una serie de centros que, cada año, tienen que dejar fuera un número de alumnos similar al de los que acceden, mientras hay unos cuantos públicos que no llegan a juntar solicitudes como para llenar la mitad de un aula. Son esos colegios concertados los que los padres quieren para sus hijos en mayor cuantía cada curso (estadística pública y comprobable) y que unos profesores de los colegios a los que la gente no quiere llevar a sus hijos pretenden cerrar.
Qué guapo es pedir que la enseñanza sea pública y de calidad cuando resulta que esas dos palabras son, cada vez, más antagónicas. Para que la educación pública sea de calidad, hay que desterrar los índices que esos funcionarios tienen de absentismo laboral; hay que erradicar las más de diez jornadas de huelgas de media que presentan muchos de los institutos por motivos, por ejemplo, de que un día faltaba papel higiénico en el baño de las chicas (Universidad Laboral, hace unos cuatro años) que muchas veces son fomentadas por el personal docente; hay que dejarse de hacer el papel del funcionario de llegar, fichar, estar y marchar, implicarse en la educación y buscar mejorar los resultados que cada año las evaluaciones de diagnóstico o la PAU les sacan los colores a la gran mayoría de institutos públicos frente a los colegios concertados.
La enseñanza de calidad, lo quieran o no lo quieran, hoy en día no es la enseñanza pública. Para mi y para mis compañeros de los colegios concertados (esos que no tenemos los mismos derechos por no ser funcionarios, pero sí las mismas obligaciones, y más, por esa misma circunstancia) querría yo los recursos, infraestructuras, instalaciones y facilidades que tienen en la enseñanza pública.
Mientras ellos luchan en manifestaciones, nosotros luchamos en las aulas.
Parece que encuentro algo de acrimonia en este post. No tengo nada que ver con la educación salvo ser padre de un alumno/a.
ResponderEliminarSólo me permito recordarle como surgieron los conciertos con los centros educativos, se hicieron en un momento en que era más barato concertar con centros privados que construir nuevas escuelas, es posible que a día de hoy estemos en una situación similar.
Ahora bien, lo lógico es que con los impuestos que todos pagamos, se financie la escuela pública y el que quiera ir a un centro privado se lo financie el interesado de su propio bolsillo.
Un saludo.
En primer lugar, gracias por molestarse en leer y participar en este blog en el que todas las opiniones, sean del color que sean, son respetadas y valoradas.
ResponderEliminarCierto es que hay que recordar de dónde viene la educación, especialmente la de los colegios concertados, sostenidos en su mayoría por congregaciones religiosas que comenzaron, hace ya muchos años, a establecer escuelas para atender a los hijos de los más necesitados, de aquellos cuyas familias no podían acceder a una alfabetización reservada a las clases más altas. Pero eran otros tiempos. Igual que eran otros tiempos aquellos otros en que comenzaron los conciertos educativos. Y como eran otros, mal haríamos en compararlos con los actuales porque, en ambos, la sociedad era distinta de la actual.
Sin entrar en paradigmas políticos como los de conocidos líderes de partidos políticos de izquierdas que mientras promulgan el laicismo y atacan la enseñanza concertada, por otro lado envían a sus propios hijos a este tipo de colegios, diremos que hay una realidad estadística fuera de toda consideración que es la creciente demanda de los padres que tenemos que enviar a nuestros hijos al colegio y elegimos la escuela concertada, que se ve año tras año desbordada de solicitudes mientras que siguen aumentando las vacantes en centros públicos. Como en cualquier sector, los "clientes" (no me gusta este símil, pero es muy gráfico) van donde mejor creen que van a estar atendidos.
Una escuela concertada que pagamos todos con nuestros impuestos, igual que la pública. Y que ofrece una opción diferente que atiende los derechos que muchos padres queremos ejercer y que, hoy en día, la escuela pública no nos permite. Porque pagamos los mismos impuestos y queremos tener los mismos derechos.
Un saludo.
De acuerdo, todos pagamos los mismos impuestos y queremos tener los mismos derechos, pero también las mismas obligaciones, no me parece de recibo que se recorten los presupuestos para la escuela pública y no se toque (o incluso se aumente en algunos caos) el dinero destinado a la escuela concertada.
ResponderEliminarRepito que nada tengo que ver con la educación, incluso mi hijo/a van a un colegio concertado, pero como ciudadano concienciado, a partir del próximo curso irán a un centro público como muestra de apoyo a la educacion pública.
De los políticos, sean de izquierdas o de derechas mejor no mentar nada, dada la categoría educativa, moral e incluso personal de los políticos de este país lo que me llena de extrañeza es que no pasen más cosas raras en este páis.
Un saludp