lunes, 6 de febrero de 2012

De los alumnos de prácticas

Desempolvaremos hoy el diván con una cita de urgencia porque el paciente lleva unos días aquejado de un gran sinvivir por contar y comentar lo que a su alrededor viene pasando de unos días para acá: los alumnos de prácticas.




Esos jovenzuelos que cada año aparecen en los colegios más o menos después de las vacaciones de Navidad, como si los hubieran traído los Reyes. Aunque a alguno casi parece más que lo ha traído el Grinch.

Resulta que a mí me ha tocado un ejemplar de estos últimos, como no podía ser de otra manera. Un jovenzuelo que más que una ayuda representa una pena por mis faltas de esta y otras seis o siete vidas, porque rémora como ésta es difícil encontrarla.





De mano diremos que de los cinco alumnos en prácticas que tenemos ahora mismo en el colegio, me empaquetan a mí al único chico por aquello de que "...como tú eres hombre..." ¿¿¿Qué??? No entiendo por qué el ser hombre o mujer ha de ser relevante para ese tipo de adjudicaciones.

En un primer turno empezaron dos chicas, una de ella en sexto, con la que coincido en las horas que doy en esa clase Conocimiento del Medio, que la verdad es que lo llevan muy bien. Esta chica es dinámica, cercana con los alumnos, les llega bien, se trabaja las clases, se desenvuelve con rapidez ante dudas y preguntas... muy bien, la verdad es que es un lujo. Sobre todo desde que el lunes pasado comenzaron los otrs tres y, entre ellos, mi infatigable tutorado. Infatigable porque no se podrá cansar en la vida: ya aparenta todo el cansancio que alguien puede acumular en su vida y un poco más.






En seis días acumula diez retrasos sobre un total de diecisiete posibles entre las entradas de la mañana, la tarde y la vuelta del recreo. Y ni colorado. Y eso conmigo, que llego del orden de veinte minutos o media hora antes todas las mañanas y todas las tardes. No contentos con eso, resulta ser uno de esos con el pantalón por debajo del culo y los calzoncillos al aire. No sabe cómo ganar más puntos el angelito.

Hasta aquí ya sería bastante como para que el informe de final de prácticas que hay que mandar a la Universidad fuera no muy positivo pero, por supuesto, esto no queda así, esto hincha. Le comento el primer día que de lunes a miércoles le tendría observando el sistema de clases para que viera cómo lo tenemos organizado todo, qué ritmo llevamos en cada asignatura y todas esas cosas que le ayudarían a asentarse en el colegio y que ya el jueves o viernes comenzaría a dar él las clases. Reproduzco fielmente la conversación a partir de ese momento:

ÉL: -¿el jueves? ¿por qué?

YO:  -Porque estás de prácticas.

ÉL: -¿Y tengo que dar clase?

YO: -Claro, en eso consisten las prácticas, en practicar. Tienes que desenvolverte en lugar de trabajo, en situaciones reales.

ÉL: -Yo es que no quería dar clase, quería sólo mirar.

YO: -Peroooo... ¿tú no estás estudiando Magisterio para ser profesor? Pues tendrás que dar clase

ÉL: -Bueno, vale, pero qué sería sólo jueves y viernes, ¿no?

YO: - No, hombre. A partir del jueves o el viernes.





Me impactó tanto esta "gran predisposición al trabajo" y lo ilusionado que se le veía a la criatura, que le dejé estar de miranda la semana entera y que tuviese el fin de semana para preparar un par de clases para hoy lunes. Y no sé si fue peor el remedio que la enfermedad.

Imagine el apreciado lector de este blog la escultura del Pensador de Rodin para entender la postura del alumno de prácticas sentado en una silla, libro de Lengua (con solucionario incluído) en mano, mientras corrige unos deberes que el alumno que dice en voz alta lo que ha puesto tiene bien y él da el ejercicio por mal respondido, ante las caras de estupor e incredulidad de veinticinco niños y niñas de diez y once años que no dan crédito a lo que oyen de su boca; me miran e, incluso, a alguno se le escapa una media sonrisa mientras sabe Dios qué estaría pensando.





Terminan los deberes y toca explicar cómo se redacta una carta. A los dos minutos, o quizá menos, me encuentro buscando la mínima excusa para largarme de clase porque me estaba poniendo del hígado ante la desidia, desgana, pasividad y falta de espíritu con que estaba explicando. Ya no entro en que el contenido fuera bueno o no, sino en que con esa actitud es imposible que ningún alumno te siga.







Yo soy comprensivo con estos chicos al máximo, ya que no hace tanto que tuve que hacer yo mis últimas prácticas,cuando hice la especialidad de inglés, y sé que uno se puede poner nervioso, estar inseguro... y eso teniendo en cuenta las 48 horas de las que había dispuesto para preparar dos lecciones.

Pero es que a mí me hierve la sangre cuando veo esa pasividad, esa desgana. Nunca ha sido fácil encontrar trabajo en esta profesión, pero ahora mismo, con la que está cayendo, mucho menos. Es por esto, entiendo, que uno ha de poner el alma en ello, estudiar lo que realmente le guste y hacerlo de la mejor manera que uno sepa porque, aunque al fina sólo son prácticas, también estos períodos son la mejor carta de presentación que un aumno pueda dejar en un centro para cuando acabe la carrera y se ponga a buscar trabajo. La sensación de que eres bueno y que serás bueno si te dan la oportunidad de trabajar es un  punto muy importante a favor.





Espero que en las casi dos semanas que le quedan de prácticas cambie la cosa bastante porque, de lo contrario, tendré que volver a pasarme consulta y recetarme alguna pastilla de paciencia. 

 P.D: Con todo lo que ha habido esta semana sobre lo que escribir: nueva ley de educación, nuevas elecciones en Asturias, Preciado... habrá material para más posts e, incluso para diversificar el contenido del blog

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