Seguro que muchas veces nos han preguntado a los que estamos metidos en esto de la enseñanza aquello de: "Y tú, ¿por qué te dedicas a esto?". Cada uno tenemos una respuesta a esa pregunta aunque, creo, la inmensa mayoría responderíamos algo relacionado con la vocación. Vocación de enseñar, de educar, de acompañar a nuestro alumnos, sean de la edad que sean, en su maduración académica y personal durante los años en los que mantenemos contacto con ellos en nuestros centros. Y fuera de ellos. Porque no conozco otra profesión en la que se vea por la calle a los clientes dando tantas muestras de agradecimiento y admiración como se puede ver a los alumnos, especialmente los más pequeños (ya escribí un post hablando de la magia de las profesoras y profesores de Infantil), con sus maestros.
Y si alguien representa el paradigma de profesor querido y admirado es, sin duda, mi tío. Es asombroso pasear con él por cualquier zona de Gijón y comprobar cómo se puede llegar a encontrar con alumnos que están o han pasado por sus clases, muchos de ellos hace ya más de veinte años, y que siempre tienen un saludo cariñoso, una conversación amigable y un abrazo sincero para quien es uno de los mejores profesionales de la enseñanaza y mejores personas que uno se puede encontrar en esta vida.
Recuerdo cómo mi abuela, que en sus últimos años le costaba mucho caminar a un buen ritmo, decía que con Juan siempre cansaba menos que con mi madre porque "como se para cada poco porque conoce a todo el mundo" le era más sencillo seguir su ritmo. Y que, ya de paso, se conocía la vida, obra, milagros, procedencia y parentescos cercanos y no tan cercanos de todo aquél que se paraba a saludar a mi tío. Porque esa es otra de sus grandes cualidades. Tiene una memoria prodigiosa gracias a la cual recuerda todo lo que alguien puede saber acerca de sus alumnos y sus familiares, del año que les dió clase, si era buen o mal alumno, a qué se dedicó después de dejar el colegio y en qué empresas trabajó. Un crack.
Pero lo mejor de todo es que él sabe todas esas cosas acerca de toda esa gente porque realmente se interesa por ellos, por quién es cada uno y por tratar a todo alumno que tiene de la forma más cercana posible, involucrándose con ellos, a imagen y semejanza de lo que San Juan Bautista de La Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, encomendó a quienes han seguido su labor. Juan hace honor al lema de La Salle: una gran familia. Para él cada alumno ha sido y se ha llevado una parte de él, ha sido como un miembro de su familia y así los hace sentirse. Por eso todos lo aprecian; por eso todos lo adoran.
Se trata de un docente especial. Capaz de pasarse horas y horas, días y días en el colegio para sacarlo adelante. Aun en días libres, festivos o vacaciones. O dando clases los sábados a aquellos alumnos que lo necesitan. Quizá cuando más ha lucido ha sido en los años que estuvo de director del Colegio San Eutiquio - La Salle en los que no paró de acumular méritos profesionales y, sobre todo, humanos. Superó innumerables dificultades durante esos años, bien fueran producto de cambios estructurales en el colegio o en forma de traiciones de compañeros y amigos (?) que pretendían quitarle de un puesto cada vez más apetecible gracias a su gran labor como director. Porque La Salle Gijón pasó de tener problemas para llenar las aulas de Bachillerato a tener tantos excedentes como alumnos matriculados. Sin embargo la figura admirada y admirable de Juan se ha forjado día a día en cada clase, en cada recreo, en cada entrevista, en cada encuentro. Se lo ha ganado a voces (así es él) pero en silencio, sin reclamar nada para sí mismo. Se ha volcado con todos en los momentos buenos y, sobre todo, en los difíciles. Incluso con aquellos que, con el tiempo, han renegado de él, que pensaban que sin él estarían mejor y que han ido proyectando sus iras, complejos y envidias sobre todos aquellos que siempre han estado más próximos a él.
Cuando un siete de julio de hace unos seis años hice una entrevista en San Eutiquio optando a un puesto de profesor de Garantía Social bajo el más absoluto de los anonimatos, el entrevistador me preguntó por qué había estudiado Magisterio. Mi respuesta fue rápida y segura, probablemente la más segura de toda la entrevista; "yo es que tengo un tío que es profesor y creo que siempre he querido ser como mi tío" (aunque a él nunca se lo he dicho). La recuerdo perfectamente porque, en cierto modo, fui el primer sorprendido por lo que había dicho. En realidad, me habían hecho una pregunta que no había preparado y la respuesta me salió sin pensarla. Me salió del corazón. El entrevistador ni se imaginaba que ese tío mío era quien le había dejado el despacho para hacer las entrevistas.
Y de tío pasó, también, a ser jefe. Siempre me han dicho que nos parecemos mucho. Físicamente y de carácter. No en vano, hemos nacido el mismo día. Aunque de distinto año, claro está. Y eso significa que en estos treinta y cuatro años que hace que nos conocemos, las hemos tenido de todos los colores. En el colegio también, como no podía ser de otra manera. Pero en los cuatro años que estuve bajo sus órdenes aprendí mucho de él y, sobre todo, disfruté de verle feliz en sus clases, en los pasillos, en su despacho... y siempre con sus alumnos. Esos que, da igual el tiempo que haya pasado desde que abandonaron el colegio, le tienen en la más alta estima. Merecidamente.
Y, a pesar de haber escrito mucho, me he quedado muy corto.
Ese es mi tío. Por eso yo quiero ser como Juan.
Jaime,te entiendo a la perfección. A mi me pasa exactamente lo mismo con mi tía. Soy profe por vocación, sí, pero también porque ella ha sido un modelo a quien seguir.
ResponderEliminarYo fuí alumno de este señor, en su centro, La Salle de Gijón y fue una de las peores experiencias de mi vida. Sí alguna vez pudiera cambiar algo de mi pasado, sin duda sería mi estancia en La Salle, un centro, que de verdad, no merecio en su día el dinero que pagaba por trimestre.
ResponderEliminarCon respecto a Juan, a mi siempre me parecio una buena persona, eso no lo voy a negar. De todas maneras algunos de los profesores que tenía el centro, no eran buenas personas. Especialmente el señor que sale con Juan en la ultima foto, profesor de filosofía, Alberte, una persona QUE NO PUEDE estar dando clase.
Esa persona en concreto se comportaba como un autentico matón en clase. Nunca me he vuelto a cruzar con un profesor que humillase a los alumnos de la manera en que lo hacía Alberte. Además siempre iba a por los más debiles, a por los que no podían defenderse, metiendose con ellos y por supuesto, fomentando el mismo comportamiento en el resto de alumnos. Porque, joder, ¿Cómo no nos vamos a meter con el/la pobre tipejo/a ese/a, sí lo hace hasta el profesor?
Recuerdo especialmente un día, en el que pasaron una de estas famosas hojas de valoración del curso, y alguien tuvo la feliz idea de comentar el caso de este profesor. ¿Que sucedio?, que nadie hizo nada... Salvo Alberte, que nos estuvo dando una perorata durante toda la hora de filosofía sobre las personas "que no saben aguantar una broma". Oh sí, yo tengo ese día (y otros tantos) grabados a fuego, y aprendí que humillar y vejar personas es una broma.
No solo Alberte, también estaba el profesor de religión y educación física, cuyo nombre no recuerdo pero que era un autentico viejo verde. Y lo voy a dejar ahí, porque lo de este hombre tenía tela. Y todo esto bajo la dirección de Juan, en un centro donde no se favorecía la integración por más que se diga. porque también recuerdo a un grupo de chicos extranjeros que estaban totalmente marginados y que se veía como el resto de alumnos o les hacían el vacío, o les insultaban (recuerdo especialmente a una alumna que era de los más racista que te podias hechar a la cara).
Se que por cada comentario como el mío, aparecen 100 a favor de este centro y de este director, pero no todo iban a ser buenas opiniones y espero que esto se vea como lo que es, una experiencia y opinion personal (y te aseguro que no es la única). Juan es una buena persona, pero como director dejó mucho que desear, permitiendo cosas solo porque "X" profesor es amigo suyo. Nadie es perfecto en cualquier caso, y por supuesto no se puede culpar de que algunos de sus profesores tengan... "Problemas". Pero hay cosas que no se olvidan por mucho tiempo que pase y que tampoco se perdonan.
Espero que no se censure este mensaje, en caso de ser así, solo pido que llegue a donde tiene que llegar.
Un saludo.
Es una lástima que alguien deje una opición tan crítica (ya sea a favor o en contra de algo) y no deje su nombre. Porque el valiente es aquél que firma con su nombre y va con él a donde sea. Escudarse en el anonimato es tan ruin como triste.
ResponderEliminarEvidentemente no soy yo la persona más indicada para responder con objetividad ya que tengo dos motivos fundamentales para no serlo: en primer lugar Juan es mi tío y la sangre tira. Además a Alberte, con el que sólo tuve la suerte y el privilegio de coincidir en el primero de los cuatro cursos que trabajé allí, lo tengo, no solo como una gran persona, sino como un buen amigo. El segundo motivo es que yo no me caracterizo por ser muy comedido ni por bailarle el agua a nadie, se identifique o se esconda tras un pseudónimo. Así, que básicamente, no me da la gana ser objetivo.
Entiendo que cada cual tiene su opinión y respeto las de todo el mundo. Y no hay censura porque todos los comentarios enriquecen siempre que no se insulte. Así lo decidí cuando creé el blog y no lo cambiaré en función de que me convenga o no. Ahora bien, ante lo que no me puedo quedar impasible es ante el insulto, la mentira y la falta de rigor en lo que en este blog se escriba.
He de comentarte, que yo en el Colegio San Eutiquio fui profesor de Garantía Social (ahora PCPI). Supongo que sabes lo que es pero, por si acaso, te aclararé que son los alumnos que, por las circunstancias que sean, ya han cumplido los dieciséis años y no tienen el título de la ESO y, además, no tienen perspectivas de conseguirlo. Es, por tanto, la clase de los más débiles, de los marginados, de los rechazados, de aquellos a los que se les suele hacer el vacío, de los problemáticos... Pues te puedo asegurar que no había en el centro personas más involucradas en estos alumnos que Juan y Alberte.
Ya que hablas de tener cosas grabadas a fuego, te diré qué es lo que tengo yo grabado a fuego en mi cabeza. Las lágrimas de Alberte el día que todos los alumnos de la primera promoción de Garantía Social aprobaron la Prueba de Acceso a Ciclos Formativos de Grado Medio. No tenía por qué ir hasta el IES nº1, que fue donde publicaron las notas, pero fue. Podía haberse quedado en el colegio congratulándose de los alumnos que habían, como cada año, superado brillantemente la PAU, pero se fue con los más débiles a compartir las horas de incertidumbre ante una nota que les permitiría, o no, seguir estudiando.
Ese es Alberte, el que les llenó de cariño durante ese año hasta tal punto que hoy en día me encuentro por la calle con aquellos alumnos y me preguntan siempre qué fue de él. Sin excepción.
Como detalle te diré que otros compañeros del colegio, un año después de aquello, todavía no sabían qué era eso de Garantía Social porque lo suyo eran los de Bachillerato, a los que siempre reían las gracias y traían en palmitas. Eso es discriminar al más débil, ¿no crees?
Y ya para finalizar, además de volver a mostrar mi total rechazo a tus argumentos y, sobre todo, a tu cobarde anonimato, te diré que peor profesor/a sería el/la de Lengua, que te aprobó con la inmensa cantidad de faltas de ortografía que te has marcado.
Un saludo
Mira, yo reitero que ha sido mi experiencia. En cualquier caso retiro todo lo dicho. Ha sido en un momento de "calenton" y no tenía que haberlo hecho. Aquella época no fue especialmente buena para mí y la verdad, salto cada vez que algo me recuerda a entonces, a pesar de haber pasado tantos años ya.
ResponderEliminarEspecialmente por la crudeza de mi mensaje, lo he releído y he sido muy duro y crítico. Me consta que Alberte ha hecho muchas cosas por varios de mis compañeros de entonces, por eso reitero que he expresado mi realidad, no la del resto. En cualquier caso, nada justifica mis insultos, menos despues de tanto tiempo, por lo que pido disculpas. Ni es el momento ni el lugar.
Por supuesto he sido muy injusto también con el centro, pues no todo ha sido malo. Recuerdo por ejemplo aquellas campañas en las que los alumnos que quisieran iban con varios profesores a entregar comida a gente que lo necesitaba, o las acciones de voluntariado que proponían.
Puedes borrar mi mensaje y vuelvo a pedir disculpas. No es justo que saque estos fantasmas del armario a estas alturas de la película, tuve tiempo hace años para hacerlo en el pasado y no aproveche mi oportunidad.
Un saludo.